Me gusta volver porque me gusta recordar. Hay quienes dicen que hay gente que vive anclada en el pasado, en lo que fue y nunca podrá volver.
Yo opino, que sin un pasado, nunca habría llegado a ser quien soy ahora, y sin él, no tendría las bases para seguir caminando hacia adelante.
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me senté a escribir, tanto, que se han multiplicado por tres los años que llevo sin venir, y también por tres las cosas que se han quedado sin escribir, aparcadas o guardadas como un simple borrador por lo que se pueda pensar, decir o escribir.
La diseñadora casi es ingeniera. La ingeniera es la parte profesional, la que se sienta todos los días en una mesa con un lapicero, dos bics negros sin tapa, un calendario y dos archivadores llenos de catálogos de esas cosas que una nunca piensa terminar haciendo y algún que otro dibujo (garabato, please).
La parte no-diseñadora, es feliz. Feliz, no-dentro-de-lo-que-cabe feliz, si no, feliz feliz. Feliz por levantarme todas las mañanas pensando en que tengo alguien maravilloso a mi lado (aclaración: lado significa 15 km de distancia), que no podría querer más, y que me hace la vida totalmente perfecta.
Hay veces que siento como una especie de auto-envidia. Por la sensación que causa el saber que estás con la persona que adoras, que esa persona te quiere (y mucho), y que puedo andar sin tener los pies de plomo. Porque ando sabiendo que tengo a alguien que me cogerá de la mano para que no me caiga si mis pies son demasiado pesados para un suelo tan ligero.
También existe otra parte no-diseñadora, que se siente como en una cuerda. Pero en una cuerda de esas que se encuentran en la parte alta de un rascacielos y que cruza hacia otro rascacielos con la misma altura. Esos que salen en la tele con un palito ridículo y sin lo importante, que es un paracaídas. Pues así es la sensación que tengo con ciertas personas, que siento que voy andando con paso firme de vez en cuando, pero sin querer miro al suelo, siento vértigo bajo mis pies, y parece que todo vaya a caer.
Y juro que no pensaba hablar de pies en cosas que no tienen nada que ver con las extremidades superiores, pero hay veces que soy tan circunloquiadora.
Pronto más.





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