No sabemos nunca lo que nos puede pasar a la vuelta de la esquina. Pero, sé que ahora con más razón, no se que será de nosotros en los próximos cuatro meses. Puede pasar de todo o no pasar nada, pero sea una de las dos opciones las que pase, esto se pone de lo más interesante.
jueves, 23 de junio de 2011
Hace poco que se terminó todo y aún suenan los ecos de los últimos flecos del ayer. Es algo tan terriblemente insoportable que en estas noches que ya empieza a costar dormir, se te aparece en la mente y decide no marcharse si no te concentras en pensar otra cosa, y si piensas no duermes, y si no duermes... pues algo no funciona.
Hay veces que las cosas que haces no tienen su recompensa, pero últimamente parece que se repite, no es que vaya mal, es que... necesito más, más de lo poco que me dan, que parece que les cueste ser una persona coherente. Parece que les guste verme por ahí dando tumbos después de días sin dormir para decirles: "¡Yo no hice nada mal! Aquel día fui perfecta...", hasta que te tumban, porque tu no tienes derecho a decirles nada y ellos tienen derecho a decirte todo. Pueden dejarte mal, insultarte o incluso mirarte con cara de superioridad, que saben que tu, calladita en esa silla de tubo metálico hueco, inspirada en la Bauhaus, no podrás hacer nada más que mirar al suelo pensando en todas las cosas que les dirías, en el golpe que darías en la mesa y en la mirada de rabia hiriente que le echarías, pero no, ahí sigues, cruzando las piernas por debajo del asiento, aguantando el chaparrón.
Esperando a que un día, por fin, salga el sol....
PD: soy como el turrón pero en verano, vuelvo :)
lunes, 21 de febrero de 2011
martes, 1 de febrero de 2011
Di adiós al dos mil diez hace exactamente un mes. Y si tuve que hacer un resumen en su día, creo que no me hallaba preparada aquel uno de enero.
El confeti amaneció pegado sobre el suelo del chalet de J. y yo estaba bajo tres mantas y una sábana de franela.
Creo que el año no aguantaba más, todos lo vimos agonizante aquel treinta y uno de diciembre. Vimos como se apagaba su fuego poco a poco. Sabía que acabaría terminando, como siempre pasa, y aún así, no pude evitar sentir como me daba un vuelco el corazón.
En aquellos primeros minutos, mientras el cava danzaba entre las copas, vi pasar aquellos trescientos cincuenta y cinco días en tan sólo unos segundos y mentiría si digo que fue un año más.
Fue el mejor año de mi vida.
Lo empezamos temblando de frío en un pueblecito chiquirriquitín. Ellas vieron nieve por primera vez, y los demás salimos a disfrutar de lo pequeños que nos habíamos hecho por un momento.
Estar fuera de mi casa durante muchos días, me hizo ver la vida de otra manera. Cambió mi forma de ver las cosas. Conocí a tanta gente a la que echo de menos todas las semanas. No podría olvidarme de momentos pinta-caras o del día que bailámos Grease sin pensar en que diría la gente que nos veía. Tuvimos nuestro momento Terra Mítica alcoyana. Todo era para nosotros, y sin vosotros no volvería. Me hizo sacar el lado rural que mi padre dice que tengo en las venas.
Fueron las mejores paellas de mi vida, viví los Moros i Cristians más cerca que nunca.
Volver a ver el lugar de mi infancia, me hizo reflexionar, pensar en como he llegado a lo que soy. El tiempo que ha pasado desde que una pequeña niña de pelo rizado correteaba por la placeta.
Pasé más tiempo que nunca en la playa, pero mi blancor no me abandonó a pesar de todo.
Pasamos unas de las mejores fallas de nuestra historia. Sin vosotros, nada sería igual.
Volvimos a Mallorca, un remember de aquellos tiempos de Selectividad. Todo parecía diferente. Pero a la vez, fue nuestro viaje. Y lo que nos costó (como todo).
Visité una de mis ciudades fetiche. Llevaba años soñando ir a Londres. Me hice fan de Brujas y me dejé sorprender en París. Viajar te hace ser más grande. Pensar en lo insignificante que eres respecto a todo lo demás. Sentirte cual hormiga en una gran ciudad.
Tuvimos tiempo de ir para la villa y corte otra vez. De visitar muchas cosas, de ver gente, de estar en nuestro rincón favorito de Madrid...
Conseguí mi ansiada reflex. No puedo parar de atrapar los momentos que me rodean. Quiero que no se me olvide nada. Cuando tenga arrugas en la cara y me tiemblen las manos, acariciaré las fotos como si pudiese volver a revivir lo que hay en ellas.
Me quité la L. La conductora ocasional, siguió sobrevolando las calles.
Vi a los Pereza en su salsa original. Me emocioné cantando y desgañitándome en medio de los Viveros.
Me compré la segunda bici en dos años. Y apareció en mi vida, de manera bianual, un bonito iMac sobre mi escritorio.
Volví a Valencia. A estudiar aquí. Conocí a toda la troupe de compañeros que me acompañarán (si todo va bien, hasta que termine la carrera). No podíamos haber empezado con mejor pie. Después del miedo, me alegro de que mis piernas dejaran de temblar a los pocos días. Y... bueno... nada.
Pero si algo tengo que destacar de este año que me dejó, tú y yo sabemos lo que es. No podía haber cogido otro día para hacer el resumen más que este. Los dos sabemos porqué. Si esta tarde cae una lágrima, no me lo tengas en cuenta. Seremos lo que somos. Los mejores amigos del mundo.
Y lo reconozco, tengo un pequeño defecto incorregible. No me doy cuenta de como pasa el tiempo hasta que éste ya ha terminado por barrerme y pasar inexorablemente a mi lado.
Me duele este defecto porque hace que me cuenta tarde de tantas cosas. Necesitaría más tiempo para decir tantas otras, pero el tiempo no perdona... El año dio tanto de sí, que le perdoné que me resultara tan efímero.
Y así dos mil diez murió entre mis brazos y me dejó para siempre. Se marchitó como una flor en invierno, llevándose con él todos aquellos recuerdos...
PD: Bienvenido 2011... ¡vas a tener que esforzarte mucho!
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)




